sábado, 13 de junio de 2015

Capítulo Uno (Cursed Mind I)

Hola. ¿Qué pasa? Estoy aquí. Quiero jugar. Hay otro yo ¿sabías? Mírame… Por favor, mírame.

El despertador sonó junto al fuerte latido de mi corazón. Me llevé la mano al pecho tras la sensación, se sentía vacía para mí, la ventana situada a mi lado del cuarto solo mostraba una luz gris provocada por las nubes que cubrían el sol. Este sitio debía ser así desde siempre. Me levanté cogiendo el móvil para comprobar la hora… Había olvidado mi nueva labor. Tenía tiempo de sobra, así que me vestí con un pantalón vaquero, un jersey de escote de pico negro y unos zapatos.
No podía evitar darme cuenta de que mi nuevo piso era pequeño en comparación con los que he tenido: un piso pequeño con dos habitaciones, una de las cuales utilizaba como estudio, un cuarto de baño, una cocina y un salón. Para mucho estaría bien pero para mí no tenía sentido…
Al dirigirme al baño me miré al espejo. Un rostro definido, cabello negro azabache, una perilla afeitada negra, una piel morena, ojos verdes, labios finos, un cuerpo robusto y delgado… Y aún me seguía preguntando cómo pude acabar aquí. Supongo que todo comenzó con mi último reportaje sobre la psicología de los políticos, me llamaron fascinados para que ejerciera de profesor de filosofía para alumnos de bachillerato para adultos. Seguía sin creerlo… La filosofía nunca me ha gustado y tener que enseñar a personas adultas era lamentable.
Centré mis pensamientos en otras cosas y me dirigí al salón, había dejado el portátil ahí pensando que podría continuar escribiendo lo que me gustaba de verdad: reportajes sobre astrología, psicología, etc. Había tenido un gran éxito, no lo voy a negar, pero como toda estrella, algún día se cae. Busqué entre los rincones de la mesa centrada en la sala, sentándome en el cómodo sofá de cuero negro, por un instante quise encender el televisor, pero había olvidado que no había nada interesante últimamente.

Una llamada telefónica rompió el silencio. Mi teléfono móvil se iluminó y vibró con fuerza, solo tuve que deslizar mi dedo en la pantalla táctil para responder la llamada.
-¿Diga?
-Buenos días Kay-Reconocí la voz al instante, mi encantadora editora Maya me avisaba como siempre de lo que debía hacer-¿Cómo está mi reportero encantador?
-Con unas ganas de ir a una clase de mierda y conocer a unos alumnos incompetentes con muchas ganas-Mi tono sonó sarcástico, no me cortaba nunca con ella, me conocía desde que era un adolescente con ilusiones como cualquiera.
-¡Esa no es manera de comenzar un primer día de clase!-Me gruñó con su voz infantil-¡No puedes tratar así a la gente solo porque no te guste algo!
-Es que odio la filosofía en sí.
-A veces no me gusta que tengas ese tono, pareces uno de esos supermodelos, ya me llega con que estés bueno ¿sabes?-Aguanté una ligera risa, sabía lo que sentía por mí y tonteaba con ella de vez en cuando-Además he oído que hoy en día van personas jóvenes al bachillerato de adultos.
-¡Peor me lo pones! Será una fiesta de feromonas extasiadas.
-Ya me llega con tener miedo de que te guste alguna mujer.
-Eso no pasará, sabes que eres la única para mí.

La llamada no duró mucho, tenía que concentrarme en lo que era realmente importante: ir a la clase antes que cualquier alumno. Me había distraído escribiendo y estaba a punto de llegar tarde en mi primer día, estaba seguro de que los alumnos me iban a amar por ello pero no les iba a dar el gusto.
Aparqué mi coche rojo en el aparcamiento y salí con el maletín donde guardaba el libro los apuntes que escribí de antemano. Estaba lloviendo por lo tanto me mojé un poco hasta llegar a la gran entrada del instituto. El instituto era grande y parecía tener varias instalaciones, evidentemente no me detuve a contemplarlas todas. Corrí todo lo rápido que pude para llegar hasta el piso de arriba donde se encontraba la clase 7, entré por la puerta y ya me encontré a varios alumnos sentados en sus pupitres… Maya tenía razón, a diferencia de algún hombre y una mujer, había mucha gente joven, procuré mantener la compostura con alguna chica, había una rubia y maquillada de pelo liso que era un bombón. Maya tenía razón, tenía un problema grave con las mujeres. Me coloqué en mi puesto, presentándome, podía sentir miradas penetrándome como si fuera un enemigo, otras como un amigo… Y algunas con deseo. Una vida aburrida de profesor ¿verdad? Yo también lo habría dicho a estas alturas de no ser por algo que sucedió aquel día: la puerta se abrió provocando un sonido desagradable, unos ligeros pasos como los de una bailarina cruzaban hasta llegar al interior de la sala. Me quedé callado unos breves instantes mirándola, ni siquiera los compañeros giraron la cabeza, no podía entenderlo porque para mí la belleza que estaba viendo era sobrenatural. Una piel blanca como la cal, los ojos oscuros, no estaba seguro si definirlos como un castaño o negro, un pelo liso al principio y ondulado al final, castaño oscuro, era una chica menuda con unos labios carnosos, delgada y vestía un vestido-jersey negro, con unos leguins negros y botas altas negras. Además en sus manos llevaba unos guantes de encaje negro que cubrían la palma hasta los codos, le quedaban perfectos con aquellas manos pequeñas de dedos finos.
Nunca me había detenido tanto a analizar a una persona como lo estaba haciendo en aquella ocasión. Solo llevaba su libreta roja y un portaminas, se sentó en el pupitre de enfrente de mi escritorio y no pude ponerme más tenso. Nadie había prestado atención a aquella belleza y tampoco estaba seguro de si debía llamarle la atención por llegar tarde, así que traté de seguir la clase con normalidad.

Muchas veces me dediqué a mirarla, por alguna razón parecía la única que prestaba atención y estaba interesada por lo que daba. No podía mentir, era una chica preciosa ¿cómo no podían prestarle atención?

Durante el resto de la hora me dediqué a hablar sobre las teorías de la evolución de Darwin y Lamarck, sin parar de sentir curiosidad por esa chica, alguna vez jugueteaba con un mechón de su pelo e incluso otras veces daba golpecitos a la mesa con el bolígrafo. Al sonar el timbre simplemente recogió las cosas y salió de clase con unos ligeros pasos de bailarina.
Impedí que los pensamientos llenaran mi mente bajando hasta el piso inferior. Cogí un chocolate caliente de la máquina y sentí el alboroto de la gente en la hora del recreo penetrando mis oídos, no pude darme cuenta de que había alguien hablando conmigo en aquellos momentos:
-Señor Patrick, por fin le encuentro.
Era una mujer alta, de pelo largo, liso y castañeado; vestía una chaqueta beige bajo una camiseta blanca, una falda larga del mismo color y unos tacones blancos. Sus ojos azules se clavaron en mí destacando mi apellido.
Fruncí el ceño para detonar desconcierto al no saber con quién estaba hablando. Lo detectó enseguida, sacó del bolsillo de la chaqueta unas gafas finas que se colocó para leer unos papeles que llevaba con ella.
-Usted es el nuevo profesor de filosofía, Kay Patrick ¿me equivoco?-Asentí mientras colocaba otra moneda en la máquina para sacar otro chocolate caliente-Entonces le gustaría saber que soy la jefa de estudios Sara Martínez.
-Bueno es un placer conocerla, estaba un poco perdido por aquí-Estreché mi mano libre con la suya.
-¿Qué tal su primer día? Sé que no es lo mismo que una universidad, esto hace poco era un pueblecito.
-¡Ah! No se preocupe por eso, solo he tenido un problema que no sabía cómo solucionar-Me miró intrigada con la boca medio abierta, supongo que esperaba que comenzara a quejarme por tener que trabajar en un pueblucho-Vera un alumna llegó tarde a mi clase y no estaba seguro si debía llamarle la atención.
-Sobre cosas como esas… Normalmente no les decimos nada. En un bachillerato de adulto, como bien dice su nombre, nos encontramos con gente trabajadora o necesitan encontrar trabajo; es por ello que no somos estrictos en ello pero siempre es mejor llamar la atención en caso de que te interrumpan o hayan faltado seguidamente.
-Gracias, lo tendré en cuenta entonces-Tomé un sorbo de mi chocolate y el recuerdo de sus ojos volvió a mi mente-Otra pregunta: la chica que llegó tarde…
-¡Oh cierto! Si no sabes el nombre, toma-Me pasó una libreta fina con los papeles de todos los nombres de mis alumnos, incluían fotos y anotaciones de faltas.
Rebuscando entre las páginas la encontré. En la foto salía como la había visto en clase, sin embargo tenía el pelo más liso y una mirada oscura.
-Esta fue… Elisa Rei-El nombre escapó de mis labios.
Sara posó sus ojos intensos en mí, palidez apareció en su piel y toqueteaba los papeles con sus uñas largas.
-Señor, sobre esa chica…-Las órbitas de sus ojos estaban desorbitadas, temblaba con solo mirarme-Es mejor que haga… Como si no existiera.
-¿Perdón?-Hasta la mandíbula se me desencajó por un momento por la sorpresa.
-Todos los profesores tenemos la regla de no interferir en las actividades que haga esa chica.
Silente, observé a Sara. No me salían las palabras, eran unos profesores, la mayoría estaban en la tercera edad, personas maduras tenían como norma no interferir en las tareas de Elisa en el instituto.
-Reconozco que soy un gilipollas-Solté sin vergüenza-Pero no entiendo cómo unas personas como ustedes podrían…
-Lo siento señor Patrick pero tengo que irme cuanto antes.

Abandonó el pasillo dirigiéndose a una puerta roja donde se encontraba la sala de profesores. Ya me llegaba con que todo se volviera un misterio en mi primer día. ¿Tal vez era problemática? ¿Una delincuente a la que los profesores temían? Imposible. Con un sonido fijé mi mirada a la máquina de cafés, el chocolate caliente ya estaba preparado. Dos chocolates calientes y una única persona para disfrutarlos.
Era el momento ideal para explorar el instituto, sobre todo cuando los estudiantes volvían a sus clases. Había dos pisos: en el bajo, cerca de la entrada podías encontrar la secretaria, la sala de profesores, los baños y una biblioteca; en el piso de arriba estaban las clases para bachillerato, ESO y ESA; en el último se encontraban otras clases juntos con aulas de audiovisuales, informática, etc.
Teniendo las horas libres, me pasé por la biblioteca para comprobar que libros había, la verdad es que estaba impresionado por la gran cantidad de estanterías de distintos sectores. Solo había una mesa larga de madera donde acomodarse… En ella se encontraba Elisa leyendo un libro. Aquel vuelco en el corazón regresó, quería recuperar el control de mi cuerpo, ni entendía por qué me ponía así por ella.
Lancé una fría mirada a los dos chocolates calientes en mis manos y se me iluminó la bombilla al instante. Me senté encima de la mesa y coloqué el chocolate caliente delante de ella para llamar su atención.
-Hola-Mi voz sonó débil, destacaba una sonrisa curvada llena de nervios, la respuesta que recibí fueron aquellos ojos negros, esta vez estaba seguro de su tonalidad, penetrándome como lanzas de hielo-Sobraba chocolate caliente y… Bueno…
Apartó el libro a un lado, pudiendo comprobar que era una recopilación de historias de Lovecraft y abrazó con sus finos dedos el vaso de plástico.
Quería empezar la conversación como era debido, no sabía cómo, no tenía pistas sobre donde podría comenzar. No debía sentir miedo, era solo una estudiante, estaba seguro de que era mayor que ella, debía mostrar disciplina… Por una vez.
-Llegaste tarde a mi clase en el primer día, antes no quería pero creo que debería llamarte la atención-Mi voz sonaba severa y firme, ella me miró por el rabillo del ojo, no parecía darle importancia a mis palabras.
-Lo siento…-Abrí la boca lleno de sorpresa, su voz sonaba dulce, suave, débil…
-Bueno solo fue el primer día así que no importa mucho…-Giró su rostro hacia mí, no le tenía miedo, solo estaba fascinado sobre esta chica-Ahora… Me gustaría saber ¿por qué todo el mundo no te hace caso? Ni siquiera los profesores y no pareces ninguna delincuente.
El silencio se hizo eterno por unos minutos hasta que terminó el chocolate caliente y nuestras miradas se encontraron en aquella oscura sala con solo la poca luz que ocultaban las nubes del exterior.
-¿Deberías estar haciendo esto?-No comprendí lo que quiso decir con aquello con aquel rostro inexpresivo-Ningún profesora ha hablado conmigo hasta ahora.
-No soy igual que ellos…
-No volveré a faltar a filosofía, me gusta mucho la asignatura…-Me quedé mirándola un tiempo, riéndome un poco lo que provocó que pusiera un rostro de contrariedad.
-No es nada, es solo que a mí no me gusta nada.
-Eso es raro en un profesor…
-Supongo que sí…
Quería reír estando con ella pero supongo que no salían las sonrisas por la situación, seguro que me consideraba el típico profesor pervertido que acosa a las alumnas con la mirada. No era mi verdadera intención… Aunque ni yo entendía lo que buscaba con todo esto. Se levantó del sitio acariciando la portada del libro con suavidad, dio unos pasos dirigiéndose a la puerta hasta darme la espalda. En esos momentos, se detuvo y torció su rostro hacia mí.
-Tal vez debería decirte algo ya que los demás no quieren…-Su tono cambió a uno más siniestro y oscuro-Haz como si no existiera.
Solo con esas palabras pasó la puerta y desapareció del lugar. Estaba más preocupado que antes, podría decir que inquieto, decía tan en serio aquellas palabras que no podía evitar pensar en ellas una y otra vez: “Haz como si yo no existiera”.
No me había sido difícil tratar con mujeres antes, ella tenía algo distinto a las demás. Me preguntaba qué podría pasarle por la cabeza.

No estaba dispuesto a seguir en aquel lugar, a través de aquellos cristales en lo alto podía contemplar el cielo nocturno, negro como el carbón, mostrándose ante mí. Aquel lugar era siniestro, las luces de los pasillos provocaban sombras retorcidas en los rincones. Ya me encontraba con la entrada del instituto cuando una mano pequeña me detuvo por los hombros. Al darme la vuelta me encontré con una chica alta de pelo castaño, largo y liso, unos ojos avellanados, la piel blanca, delgada vistiendo una camisa blanca que destacaba su cintura y su pecho y una falda corta que lucía sus largas piernas finas.
-Hola, me imagino que usted debe ser el nuevo profesor de filosofía…-Hablaba como si fuera una adulta mientras revisaba unos papeles de su fichero-Eso es… Kay Patrick, un nombre bastante raro ¿no cree?
-Me lo dice mucha gente…-No quería dar detalles de mi vida a una desconocida como aquella jovencita-¿Quería algo?
-Sí, mi nombre es Tatiana Bastos-Cuando escuché el apellido abrí los ojos de par en par, el instituto en el que me encontraba se llamaba Bardos-Soy la jefa de Asuntos Privados del instituto Bardos, mi padre me ha encargado de que le diga que todos los jueves debe venir a su última hora de clase para tratar ciertos temas conmigo.
-¿Asuntos Privados? Nunca oí hablar de algo así en un instituto…
-Hemos organizado esto por ciertas medidas, debo decirle que es un placer trabajar con usted-Sacaba una sonrisa torcida, sabía que ocultaba algo más de lo que decía-Es una de las normas fundamentales que haga esto, espero que lo cumpla.
-Me resulta un poco extraña ¿no deberías de estar en clase?
-¿En clase?-Rió entre dientes como si hubiera acabado de soltar un chiste-Tarde o temprano ya descubrirá que mucha gente no sigue las normas como es debido.
Con aquellas palabras ella se fue hacia las escaleras, estaba seguro de que pude ver sus bragas blancas con lo ligera y corta que era la falda. No podía entender lo que pensaban las personas de aquel lugar, por cada momento, más curiosidad me entraba y mañana era jueves ¡Qué bien!

Se podría decir que volví a casa sin problemas en coche, con un montón de dudas en mi cabeza, ni la ducha caliente me ayudaría a despejarme de aquel primer día tan duro y lleno de oscuridad. Decidí tumbarme en cama mirando al lado derecho de mi habitación donde se encontraba mi ventana, aún podía ver unas pocas estrellas entre la contaminación lumínica. Aquel negro del cielo me recordaba a los ojos de Elisa… Escapé de mi trance gracias a la vibración de mi móvil, sin pensarlo, acepté la llamada y lo llevé a mi oreja.
-Hola hermosa-Solté una pequeña risa, sabía de quién se trataba.
-Cada vez no sé si amarte más o que me parezcas idiota-La voz de Maya sonó más chismosa y alegre con su risa jovial-¿Qué tal el primer día, profesor?
-¡No me lo recuerdes!-Hablé a nivel de voz nivelado y mirando al techo siguiendo las imágenes de mi mente-No sé ni cómo definir el lugar en el que me encuentro.
-Deberías de haberlo imaginado cariño, es una pequeña ciudad, hace nada era un pueblo y aún sigue urbanizándose día a día, algunas personas no tienen una mentalidad moderna como la tenemos tú y yo.
-¿Por eso son todos tan siniestros? Era como estar en una de esas películas malas que te gustan a ti de terror.
-¿Por qué lo dices? ¿Ha pasado algo?-Ya empezaba a preocuparla y tampoco quería eso, había sido mi editora y una gran compañera…
-Maya… Cuando llegué allí todo parecía normal, a excepción de una chica… La verdad es que era bastante curiosa, me llamó mucho la atención. Tenía la piel blanca como la nieve, unos ojos negros, cuando los miraba sentía caer mi alma hacia un abismo; era menuda pero aparentaba tener buen cuerpo, de pelo largo castaño oscuro, es joven y… Nadie en su clase le presta atención, ¡ni los profesores! De hecho la jefa de estudios me dijo que lo mejor era que la dejará a su aire.
-¡Espera un segundo!-El grito casi reventó mi tímpano-¡¿Me estás diciendo que ya te has ido fijando en una chica?! ¡¿Y aún por encima una alumna tuya?! Sabía que esto pasaría-Fingió los sollozos de una niña pequeña.
-No seas tan melodramática… Ya me llegó con la típica jefa de alguna especie de club pidiéndome que fuera todos los jueves a hablar de ciertos asuntos.
-¿Es guapa?
-Está muy buena-Estaba seguro de que debía de seguir cenando porque en aquellos momentos oí como un vaso de cristal se destrozaba en mil pedazos-Pero relájate, no me gusta su carácter la verdad… Sin embargo no puedo dejar de pensar en Elisa… Incluso ella me dijo que debía hacer como si no existiera.
-Sabía que esto podría pasar… Realmente esa chica te gusta ¿eh?
-No seas estúpida, nadie podrá sustituirte-Bromeé un poco con ella.
-Para con esas bromas, si de verdad tienes curiosidad deberías descubrir qué es lo que pasa en ese instituto.
-Puede que tengas razón… Lo que tengo claro es que mañana es jueves y tengo que ir a ver a “doña buenorra”.
-¿Me estás diciendo que vas a seguir las normas?
-¿Desde cuándo hago eso, Maya?


* * * * *



Mi curiosidad por descubrir que era lo que pasaba en aquel lugar no cedió. El jueves no me empeñe en acercarme a los Asuntos Privados, cuya sala se encontraba en el último piso por un pasillo cerca de la sala de música. Al menos me pasé cerca para comprobar que pasaba y observé que no sería el único profesor que iría, todos los profesores se reunían por alguna razón.
Rebusqué en la biblioteca sobre informes del pueblo y solo encontraba eso: un pueblo con una gran influencia del Medievo que consiguió modernizarse como todos los lugares del mundo. Revisé los archivos de los estudiantes, donde aparecían sus notas de exámenes, faltas e incluso observaciones… El único informe que no estaba rellenado era el de Elisa Rei, verdaderamente los profesores hacían como si no existiera. No había ni datos de la familia.
En cuanto a las clases… Elisa no se volvió a presentar, siempre quedaba su pupitre vacío, nadie lo tocaba ni se acercaba. Una de las cosas raras que me sucedió fue que llegaron unos estudiantes que no solían venir, la clase estaría llena si la chica llamada Jessica Clayde se sentara en el pupitre de Elisa ¡Pues no! Tuve que bajar a la sala de profesores para recoger un pupitre y que ella lo utilizara porque no estaba dispuesta a sentarse ahí. No parecía mala chica pero aquello ya era demasiado, me hizo pensar si verdaderamente Elisa sería tan mala.

Una semana entera había pasado desde aquello. Jueves y el cielo seguía nublado, con fuertes precipitaciones como de costumbre en aquel pueblo. Las gotas de lluvia golpeaban con fuerza los cristales del coche, me llevaba con seguridad por la carretera hasta el parking del instituto. Todos los estudiantes llevaban sus paraguas protegiéndose de la lluvia, yo no estaba acostumbrado a eso, me gustaba la lluvia, pensaba que hasta sentir esa sensación en la piel era agradable.
El lugar no cambiaba nunca, exceptuando unos proyectos de ciencias que inundaban los pasillos con sistemas solares hechos con bolas de plastilina o incluso pelotas. Reconocí a la jefa de estudios, Sara dejando el paraguas en un paragüero de la entrada y dirigiéndose a mí con un rostro serio.
-Señor Patrick-Detonó mi apellido mientras me rascaba la barba sabiendo que iba a recibir mi primera bronca del día-Me han contado que no ha asistido a la reunión de los Asuntos Privados la semana pasada ¿es eso cierto?
-¿Si le digo que sí me invitará a un chocolate caliente?-Mostré una sonrisa curvada que resultó de desagrado para la mujer.
-¿Por qué no un café?
-Nunca me han gustado, son muy amargos al igual que las reuniones-Frunció el ceño con aquellas palabras, sabía a dónde me quería dirigir-Verá, sin ofender, no tengo intención de continuar en este instituto por mucho tiempo, cuando se me presente la oportunidad me iré; así que no empiecen a aceptarme como uno de los suyos, yo haré lo que deba como profesor por ahora.
Estuvo pensativa durante un rato, se mordía el labio inferior compulsivamente, buscando alguna manera de persuadirme.
-Le propongo que al menos se presente a la reunión de este jueves, al menos respete esta regla hoy y luego siga respetando el resto de las normas al menos.
Asentí. Me libraría de tener que ir a una pesada reunión… Aunque yo sabía que no podría respetar el resto de las reglas con tanta facilidad, especialmente si quería investigar.

Me dispuse a ir a la clase 7 como de costumbre. Pasé por la puerta examinando a cada uno de mis alumnos: algunos tenían su pareja de pupitre, otros seguían mirando por el móvil las redes sociales; también estaban unas alumnas que murmuraban cada vez que me veían y se sonrojaban, sabía lo que quería decir aquellas expresiones y rojez de mejillas. Yo solo me fijé en algo que no me esperaba: el único pupitre solitario, enfrente de mi mesa, lo estaba ocupando Elisa. Iba vestida de negro como siempre, aquella vez con un pantalón vaquero negro, un jersey negro con escote de pico y, curiosamente, sus ojos eran de un color castaño oscuro. Me preguntaba si le gustaba llevar lentillas o no me había fijado bien en su color de ojos…
Me adelanté dejando mis cosas sobre la mesa, cogí una tiza y escribí en el encerado algo con lo que todos se quedaron aterrados: Teorías Evolucionistas. Todos tenían los ojos abiertos sabiendo que les iba a preguntar sobre la temática.
-Como bien sabéis,-Comencé la clase con una postura firme y dirigiéndome a todos-hemos estado hablando sobre el evolucionismo, las ideas que tenía la Iglesia sobre la evolución y quienes fueron las personas que dieron origen a las teorías evolucionistas que cambiarían la historia-Lancé una sonrisa a cada uno de mis alumnos, fijando el objetivo como un francotirador, tenía muy claro lo que quería hacer-¿Sabes algo de esas teorías y quién la realizó?-Señalé a Elisabeth, la chica rubia que estaba distraída mirándome, se quedó sin palabras-Ya veo que no…-En siguiente lugar a Cris, un chico que tenía un estilo emo con su chaqueta de cuero y un flequillo de lado-Supongo que no-Finalmente me adelanté a mi sitio, posé mi mano sobre el pupitre de Elisa y fijé mi mirada en ella causando rostros de terror en los alumnos-¿Y tú no podrías contarnos algo, Elisa?
Ella también se quedó sin palabras, me agaché un poco para mirarnos cara a cara, su rostro estaba desencajado, apretó sus manos jugueteando con sus dedos pulgares, era un signo de que estaba nerviosa. Era mona comportándose así.
-Tal vez… No debería preguntarme…-Sonó como un susurro, pero la escuché perfectamente.
No pude evitar soltar una pequeña sonrisa ante sus palabras y sus reacciones. Escuchaba como algunos alumnos apretaban sus bolígrafos, anonadados por lo que estaba haciendo.
-Sin embargo creo que ninguno de tus compañeros sabe la lección porque prefieren estudiar el último día para el examen y yo preferiría estar listo…-Me levanté y ella me seguía con la mirada, revisé su reacción por el rabillo del ojo como ella había hecho y seguí sonriendo-En el primer día de clase fuiste la única que comenzó a hacer apuntes de la lección que os estaba dando, eso es un signo de que te interesa la asignatura o el tema…-Giré mi cuerpo hacia ella-¿No te gustaría dar una pequeña lección a tus compañeros?
Le guiñé un ojo y ella solo agachó la cabeza. Me mantuve en silencio con la espalda recta y posando mis manos detrás, esperando una respuesta por parte de aquella chica. Hubo cierto momento en el que pensé que debía rendirme hasta que su suave voz resonó en la sala, sobretodo dando una enseñanza como si fuera una presentadora, tenía una voz que te incitaba a que siguiera hablando. Su voz era una droga:
-Los que dieron origen a las teorías evolucionistas fueron Lamarck y Darwin…
Relató a la perfección la respuesta provocando una gran felicidad en mi interior por lo que había hecho: era la prueba definitiva de que ella no era una mala chica.
-Creo que todos deberíais tomar ejemplo de la señorita Rei-Me permití hacerla destacar por una vez en su vida y darle en las narices a aquellos niñatos.

No hubo nada en especial, solo seguí explicando las explicaciones del tema y sin quitarle el ojo de encima a Elisa, era rápida escribiendo apuntes mientras hablaba por los codos.
Al sonar el timbre todos se retiraron a la velocidad del rayo quedándonos solo Elisa y yo en la clase. Ella se acercó a mí abrazando los apuntes hacia su pecho, su mirada era baja y permaneció así mientras iba recogiendo las cosas.
-¿No te ha gustado la lección?-Le pregunté con un tono de ironía.
-No es eso…-Se mantuvo en aquella posición hasta que elevó los ojos hacia mí, inexpresiva-¿Por qué lo ha hecho? Le dije que debía hacer como si yo no existiera y seguro que muchos le han dicho que lo haga así…
-Hay un problema conmigo, señorita Elisa-Acerqué mi rostro hacia ella con una sonrisa-Yo nunca respeto las reglas.
Giró la cabeza hacia otro lado y yo agarré su mano abrazando los apuntes, eso la devolvió a la realidad de golpe… Estaba fría como el hielo, pero no me importaba, quizás era por eso por lo que solía llevar aquellos guantes…
-No eres una mala chica, no entiendo porque todos quieren ignorarte, pero yo especialmente no quiero-Saqué la ficha donde estaba su informe y apunté un punto por haber respondido correctamente-Y yo voy a ser el primero en escucharte si tienes un problema.
Sus ojos brillaban más de lo normal, quería mantenerse en esa posición firme, sin mostrar ningún tipo de emoción.
-Hay cosas que es mejor que se queden como están…-Murmuró, como si fuera para ella misma.
-Y hay veces en las que es mejor pensar en lo que es mejor para ti.

Me despedí de ella y procedí a avanzar hacia el piso superior donde me esperaba la reunión con la “secta” del instituto. Sara ya me estaba esperando a la puerta, ofreciéndome pasar. Allí me encontré a todos los profesores sentados en una larga mesa ovalada en aquella sala completamente medio oscuro de no ser por unas velas colocadas en el centro de la mesa. Sara se sentó en la punta de la mesa mientras yo en la otra, todos me miraban con curiosidad, esperando algo de mí.
-Hoy vamos a tener una sesión de té muy especial-Me explicó Sara con una sonrisa calmada.
-¿Té?-Llevé las manos encima de la mesa a la vez que preguntaba-Eso no es muy normal en un pueblecito europeo ¿no cree?
-En este caso, nuestros antepasados venían de la vieja Inglaterra, para nosotros el té es sagrado, aunque en esta ocasión tenemos algo especial.
Esperé en aquella sala cuando escuché unos pasos acercándose entre las sombras: una figura alta, vestía un kimono rosa, llevaba el pelo recogido en un moño y dejando unos mechones de pelo sueltos a los lados, caminaba con unas sandalias y llevaba en la mano derecha una bandeja con una tetera y unos vasos que fue colocando a cada persona presente, sirviendo el té. La reconocí enseguida: era Tatiana.
Mi té tenía un color rosado, por un momento me pregunté si sería fiable, el humo de los vasos inundaba el aire con su aroma. Tomé un pequeño sorbo junto a los demás y llené mi boca con un dulce sabor a fresas, quería continuar bebiendo hasta que me fije en los restos del té que daban vueltas constantes, lanzando un humo negro desde mi taza. Los presentes se quedaron observándome aterrorizados, Tatiana se acercó hacia mí tocando el humo con los dedos, era como contemplar una danza en el aire… Lo que me llamó la atención era que se formaba una extraña figura en el aire gracias al humo. Tatiana se alejó mostrándome su peor cara.
-Esto sí que es inesperado…-Murmuró.
-¿Qué quiere decir?-Pregunté curioso ante las reacciones.
-Este té permite contemplar la visión del futuro de las personas y… Tienes un futuro muy negro esperándote…
Mis ojos dieron vueltas por toda la habitación, no podía creer lo que estaba viendo, creían en unas simples patrañas como aquellas, definitivamente eran personas que vivían en el pasado. Me levanté abandonando la sala, no quería formar parte de aquel grupo nunca más y eso que me gustaba relacionarme con las personas, pero todos aquellos profesores me ponían los pelos de punta.

Salía dirigiéndome hacia mi coche para olvidar el día que había tenido cuando me encontré con un alboroto a la salida: Elisa estaba rodeada por un grupo de chicas, entre ellas estaban Jessica, Laura y Luisa; estudiantes de mi clase. Estaban destrozando su ropa con un cuchillo, le habían llegado a causar sangre con algunos cortes. Corrí hacia ella todo lo rápido que pude por instinto, tiré mi maletín y me coloqué delante recibiendo un corte en la mano por parte de Laura, la joven de pelo negro y piel morena del grupo con el collar de una cruz cristiana.
-¡Profesor!-Jessica me reconoció al instante.
-¡¿Qué creéis que estáis haciendo?!-Arranqué el cuchillo de sus manos y me encargué de abrazar a Elisa que temblaba-¡¿Habéis perdido la cabeza?!
-Señor por favor, solo estábamos haciendo lo correcto…-Luisa acariciaba su pelo rubio corto, intimidada por mi mirada rabiosa.
-¡¿Lo correcto?! ¡Podríais haberla matado!
-Profesor…-Fue Jessica la que se acercó a mí y soltó aquellas palabras que no pude olvidar-Es mejor encargarse de cosas que no deberían estar aquí…
-¡Hacéis como si fuera invisible! ¡Y ahora le hacéis esto! ¡Tal vez sois vosotras las que tendríais que desaparecer!-No reconocía toda la furia que tenía en mi cuerpo, recogí mis cosas tiradas mientras sostenía a Elisa.
-Señor…-Continuó Jessica-Es una buena persona, por favor, no queremos que le pase nada.
-Yo estaré bien.
Alejé a Elisa de aquellas chicas que se iban por su propio camino, la acicalé un poco y desinfecté la herida con un poco de mi saliva, no parecía resultarle asqueroso al menos. En mi cabeza me seguía preguntando qué podían estar pensando para hacer algo tan cruel hacia un ser humano.
-Elisa…-Nuestras miradas se encontraron cerca, casi sentía su respiración cerca de mi piel-¿Te encuentras bien? ¿Por qué te han hecho esto?
-Se supone que es la regla…-Elevé una ceja dubitativa-Una de las reglas es que si se me presta atención en clase debo ser castigada.
-¿Están locos? ¿Solo por la lección de hoy?-Una mezcla de remordimientos y culpa me perseguía por la espalda, si no hubiera dicho nada probablemente…
-Es nuevo… Siempre suele pasar con los nuevos profesores…-La miré fijamente con las cuencas de los ojos abiertas de sorpresa-Pronto te darás cuenta de todo y te alejarás de mí, otros ya se han acercado haciéndome preguntas: “¿Estás bien?”, “¿Por qué te tratan así?”… Hasta que un día se olvidan porque ya saben que soy peligrosa…
-¿Peligrosa…?
-Tú también lo harás… Todos lo haréis…-Bajó la mirada hasta cerrar los ojos-Al final será lo mejor…
-¿Y cómo lo sabes?-La agarré de la mano mientras me desangraba-Yo no soy como ellos, Elisa, no te pienso abandonar-Abrió los ojos mostrándome su hermoso tono castaño-No creo que seas peligroso, quiero saber lo que pasa, eso es cierto; pero no me parece correcto consentir el sufrimiento de alguien por simples razones-Llevé mis ojos a la sangre que brotaba de mi mano y le sonreí como solía hacer-Considéralo como una promesa de sangre.
Por primera vez pude denotar un sonrojo en las mejillas de Elisa, quedaba adorable con la piel tan blanca que tenía. Ella sujetó mi mano y utilizó uno de los pedazos de su jersey para tapar la hemorragia… Sus manos eran tan suaves que me entraban escalofríos cada vez que me tocaba. Antes de dirigirme al coche ella me soltó unas últimas palabras que nunca pude olvidar:
-Espero… Que estés seguro de lo que acabas de decidir.
Avancé con el coche hasta la salida del parking, durante el paso, un camión de mercancías estuvo a punto de atropellarme, por suerte eché el freno antes. Menudos insensatos. Aún sentía la mirada de Elisa fijándose en mí cuando ocurrió aquel incidente, su rostro cambió a uno distinto, llevando la mano a su pecho.

Hasta la noche, todo siguió con normalidad, preparé unos sándwiches y salté en la cama de alegría para descansar. Como solía hacer últimamente, Maya me llamaba para enterarse de las últimas noticias. La puse al día de todas las cosas que sucedieron…
-¡Sabía que te gustaba! ¡Es que lo sabía!-Gritó histérica por el móvil.
-No te emociones tanto, solo me pareció adorable nada más y a esa gente no sé qué le pasa últimamente…-Me llevé la mano a la cara tratando de pensar cuando me encontré con el vendaje de urgencia.
-Sabía que la gente de esa clase tenía unas ideas muy distintas pero no me esperaba que tanto, o hay una explicación razonable o ya no sé qué pensar…
-Yo tampoco…


Nuestra conversación no duró mucho tiempo, tenía ganas de ver cómo seguirían las cosas e investigar a fondo el resto de los días. Sabía que aquella chica ocultaba algo desde el inicio de todo, pero aparte de aquello… No podía dejar de pensarlo mientras veía el vendaje: esa chica era verdaderamente hermosa.

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