Hola. ¿Qué pasa? Estoy
aquí. Quiero jugar. Hay otro yo ¿sabías? Mírame… Por favor,
mírame.
El despertador sonó junto al
fuerte latido de mi corazón. Me llevé la mano al pecho tras la
sensación, se sentía vacía para mí, la ventana situada a mi lado
del cuarto solo mostraba una luz gris provocada por las nubes que
cubrían el sol. Este sitio debía ser así desde siempre. Me levanté
cogiendo el móvil para comprobar la hora… Había olvidado mi nueva
labor. Tenía tiempo de sobra, así que me vestí con un pantalón
vaquero, un jersey de escote de pico negro y unos zapatos.
No podía evitar darme cuenta
de que mi nuevo piso era pequeño en comparación con los que he
tenido: un piso pequeño con dos habitaciones, una de las cuales
utilizaba como estudio, un cuarto de baño, una cocina y un salón.
Para mucho estaría bien pero para mí no tenía sentido…
Al dirigirme al baño me miré
al espejo. Un rostro definido, cabello negro azabache, una perilla
afeitada negra, una piel morena, ojos verdes, labios finos, un cuerpo
robusto y delgado… Y aún me seguía preguntando cómo pude acabar
aquí. Supongo que todo comenzó con mi último reportaje sobre la
psicología de los políticos, me llamaron fascinados para que
ejerciera de profesor de filosofía para alumnos de bachillerato para
adultos. Seguía sin creerlo… La filosofía nunca me ha gustado y
tener que enseñar a personas adultas era lamentable.
Centré mis pensamientos en
otras cosas y me dirigí al salón, había dejado el portátil ahí
pensando que podría continuar escribiendo lo que me gustaba de
verdad: reportajes sobre astrología, psicología, etc. Había tenido
un gran éxito, no lo voy a negar, pero como toda estrella, algún
día se cae. Busqué entre los rincones de la mesa centrada en la
sala, sentándome en el cómodo sofá de cuero negro, por un instante
quise encender el televisor, pero había olvidado que no había nada
interesante últimamente.
Una llamada telefónica rompió
el silencio. Mi teléfono móvil se iluminó y vibró con fuerza,
solo tuve que deslizar mi dedo en la pantalla táctil para responder
la llamada.
-¿Diga?
-Buenos días Kay-Reconocí la
voz al instante, mi encantadora editora Maya me avisaba como siempre
de lo que debía hacer-¿Cómo está mi reportero encantador?
-Con unas ganas de ir a una
clase de mierda y conocer a unos alumnos incompetentes con muchas
ganas-Mi tono sonó sarcástico, no me cortaba nunca con ella, me
conocía desde que era un adolescente con ilusiones como cualquiera.
-¡Esa no es manera de
comenzar un primer día de clase!-Me gruñó con su voz infantil-¡No
puedes tratar así a la gente solo porque no te guste algo!
-Es que odio la filosofía en
sí.
-A veces no me gusta que
tengas ese tono, pareces uno de esos supermodelos, ya me llega con
que estés bueno ¿sabes?-Aguanté una ligera risa, sabía lo que
sentía por mí y tonteaba con ella de vez en cuando-Además he oído
que hoy en día van personas jóvenes al bachillerato de adultos.
-¡Peor me lo pones! Será una
fiesta de feromonas extasiadas.
-Ya me llega con tener miedo
de que te guste alguna mujer.
-Eso no pasará, sabes que
eres la única para mí.
La llamada no duró mucho,
tenía que concentrarme en lo que era realmente importante: ir a la
clase antes que cualquier alumno. Me había distraído escribiendo y
estaba a punto de llegar tarde en mi primer día, estaba seguro de
que los alumnos me iban a amar por ello pero no les iba a dar el
gusto.
Aparqué mi coche rojo en el
aparcamiento y salí con el maletín donde guardaba el libro los
apuntes que escribí de antemano. Estaba lloviendo por lo tanto me
mojé un poco hasta llegar a la gran entrada del instituto. El
instituto era grande y parecía tener varias instalaciones,
evidentemente no me detuve a contemplarlas todas. Corrí todo lo
rápido que pude para llegar hasta el piso de arriba donde se
encontraba la clase 7, entré por la puerta y ya me encontré a
varios alumnos sentados en sus pupitres… Maya tenía razón, a
diferencia de algún hombre y una mujer, había mucha gente joven,
procuré mantener la compostura con alguna chica, había una rubia y
maquillada de pelo liso que era un bombón. Maya tenía razón, tenía
un problema grave con las mujeres. Me coloqué en mi puesto,
presentándome, podía sentir miradas penetrándome como si fuera un
enemigo, otras como un amigo… Y algunas con deseo. Una vida
aburrida de profesor ¿verdad? Yo también lo habría dicho a estas
alturas de no ser por algo que sucedió aquel día: la puerta se
abrió provocando un sonido desagradable, unos ligeros pasos como los
de una bailarina cruzaban hasta llegar al interior de la sala. Me
quedé callado unos breves instantes mirándola, ni siquiera los
compañeros giraron la cabeza, no podía entenderlo porque para mí
la belleza que estaba viendo era sobrenatural. Una piel blanca como
la cal, los ojos oscuros, no estaba seguro si definirlos como un
castaño o negro, un pelo liso al principio y ondulado al final,
castaño oscuro, era una chica menuda con unos labios carnosos,
delgada y vestía un vestido-jersey negro, con unos leguins negros y
botas altas negras. Además en sus manos llevaba unos guantes de
encaje negro que cubrían la palma hasta los codos, le quedaban
perfectos con aquellas manos pequeñas de dedos finos.
Nunca me había detenido tanto
a analizar a una persona como lo estaba haciendo en aquella ocasión.
Solo llevaba su libreta roja y un portaminas, se sentó en el pupitre
de enfrente de mi escritorio y no pude ponerme más tenso. Nadie
había prestado atención a aquella belleza y tampoco estaba seguro
de si debía llamarle la atención por llegar tarde, así que traté
de seguir la clase con normalidad.
Muchas veces me dediqué a
mirarla, por alguna razón parecía la única que prestaba atención
y estaba interesada por lo que daba. No podía mentir, era una chica
preciosa ¿cómo no podían prestarle atención?
Durante el resto de la hora me
dediqué a hablar sobre las teorías de la evolución de Darwin y
Lamarck, sin parar de sentir curiosidad por esa chica, alguna vez
jugueteaba con un mechón de su pelo e incluso otras veces daba
golpecitos a la mesa con el bolígrafo. Al sonar el timbre
simplemente recogió las cosas y salió de clase con unos ligeros
pasos de bailarina.
Impedí que los pensamientos
llenaran mi mente bajando hasta el piso inferior. Cogí un chocolate
caliente de la máquina y sentí el alboroto de la gente en la hora
del recreo penetrando mis oídos, no pude darme cuenta de que había
alguien hablando conmigo en aquellos momentos:
-Señor Patrick, por fin le
encuentro.
Era una mujer alta, de pelo
largo, liso y castañeado; vestía una chaqueta beige bajo una
camiseta blanca, una falda larga del mismo color y unos tacones
blancos. Sus ojos azules se clavaron en mí destacando mi apellido.
Fruncí el ceño para detonar
desconcierto al no saber con quién estaba hablando. Lo detectó
enseguida, sacó del bolsillo de la chaqueta unas gafas finas que se
colocó para leer unos papeles que llevaba con ella.
-Usted es el nuevo profesor de
filosofía, Kay Patrick ¿me equivoco?-Asentí mientras colocaba otra
moneda en la máquina para sacar otro chocolate caliente-Entonces le
gustaría saber que soy la jefa de estudios Sara Martínez.
-Bueno es un placer conocerla,
estaba un poco perdido por aquí-Estreché mi mano libre con la suya.
-¿Qué tal su primer día? Sé
que no es lo mismo que una universidad, esto hace poco era un
pueblecito.
-¡Ah! No se preocupe por eso,
solo he tenido un problema que no sabía cómo solucionar-Me miró
intrigada con la boca medio abierta, supongo que esperaba que
comenzara a quejarme por tener que trabajar en un pueblucho-Vera un
alumna llegó tarde a mi clase y no estaba seguro si debía llamarle
la atención.
-Sobre cosas como esas…
Normalmente no les decimos nada. En un bachillerato de adulto, como
bien dice su nombre, nos encontramos con gente trabajadora o
necesitan encontrar trabajo; es por ello que no somos estrictos en
ello pero siempre es mejor llamar la atención en caso de que te
interrumpan o hayan faltado seguidamente.
-Gracias, lo tendré en cuenta
entonces-Tomé un sorbo de mi chocolate y el recuerdo de sus ojos
volvió a mi mente-Otra pregunta: la chica que llegó tarde…
-¡Oh cierto! Si no sabes el
nombre, toma-Me pasó una libreta fina con los papeles de todos los
nombres de mis alumnos, incluían fotos y anotaciones de faltas.
Rebuscando entre las páginas
la encontré. En la foto salía como la había visto en clase, sin
embargo tenía el pelo más liso y una mirada oscura.
-Esta fue… Elisa Rei-El
nombre escapó de mis labios.
Sara posó sus ojos intensos
en mí, palidez apareció en su piel y toqueteaba los papeles con sus
uñas largas.
-Señor, sobre esa chica…-Las
órbitas de sus ojos estaban desorbitadas, temblaba con solo
mirarme-Es mejor que haga… Como si no existiera.
-¿Perdón?-Hasta la mandíbula
se me desencajó por un momento por la sorpresa.
-Todos los profesores tenemos
la regla de no interferir en las actividades que haga esa chica.
Silente, observé a Sara. No
me salían las palabras, eran unos profesores, la mayoría estaban en
la tercera edad, personas maduras tenían como norma no interferir en
las tareas de Elisa en el instituto.
-Reconozco que soy un
gilipollas-Solté sin vergüenza-Pero no entiendo cómo unas personas
como ustedes podrían…
-Lo siento señor Patrick pero
tengo que irme cuanto antes.
Abandonó el pasillo
dirigiéndose a una puerta roja donde se encontraba la sala de
profesores. Ya me llegaba con que todo se volviera un misterio en mi
primer día. ¿Tal vez era problemática? ¿Una delincuente a la que
los profesores temían? Imposible. Con un sonido fijé mi mirada a la
máquina de cafés, el chocolate caliente ya estaba preparado. Dos
chocolates calientes y una única persona para disfrutarlos.
Era el momento ideal para
explorar el instituto, sobre todo cuando los estudiantes volvían a
sus clases. Había dos pisos: en el bajo, cerca de la entrada podías
encontrar la secretaria, la sala de profesores, los baños y una
biblioteca; en el piso de arriba estaban las clases para
bachillerato, ESO y ESA; en el último se encontraban otras clases
juntos con aulas de audiovisuales, informática, etc.
Teniendo las horas libres, me
pasé por la biblioteca para comprobar que libros había, la verdad
es que estaba impresionado por la gran cantidad de estanterías de
distintos sectores. Solo había una mesa larga de madera donde
acomodarse… En ella se encontraba Elisa leyendo un libro. Aquel
vuelco en el corazón regresó, quería recuperar el control de mi
cuerpo, ni entendía por qué me ponía así por ella.
Lancé una fría mirada a los
dos chocolates calientes en mis manos y se me iluminó la bombilla al
instante. Me senté encima de la mesa y coloqué el chocolate
caliente delante de ella para llamar su atención.
-Hola-Mi voz sonó débil,
destacaba una sonrisa curvada llena de nervios, la respuesta que
recibí fueron aquellos ojos negros, esta vez estaba seguro de su
tonalidad, penetrándome como lanzas de hielo-Sobraba chocolate
caliente y… Bueno…
Apartó el libro a un lado,
pudiendo comprobar que era una recopilación de historias de
Lovecraft y abrazó con sus finos dedos el vaso de plástico.
Quería empezar la
conversación como era debido, no sabía cómo, no tenía pistas
sobre donde podría comenzar. No debía sentir miedo, era solo una
estudiante, estaba seguro de que era mayor que ella, debía mostrar
disciplina… Por una vez.
-Llegaste tarde a mi clase en
el primer día, antes no quería pero creo que debería llamarte la
atención-Mi voz sonaba severa y firme, ella me miró por el rabillo
del ojo, no parecía darle importancia a mis palabras.
-Lo siento…-Abrí la boca
lleno de sorpresa, su voz sonaba dulce, suave, débil…
-Bueno solo fue el primer día
así que no importa mucho…-Giró su rostro hacia mí, no le tenía
miedo, solo estaba fascinado sobre esta chica-Ahora… Me gustaría
saber ¿por qué todo el mundo no te hace caso? Ni siquiera los
profesores y no pareces ninguna delincuente.
El silencio se hizo eterno por
unos minutos hasta que terminó el chocolate caliente y nuestras
miradas se encontraron en aquella oscura sala con solo la poca luz
que ocultaban las nubes del exterior.
-¿Deberías estar haciendo
esto?-No comprendí lo que quiso decir con aquello con aquel rostro
inexpresivo-Ningún profesora ha hablado conmigo hasta ahora.
-No soy igual que ellos…
-No volveré a faltar a
filosofía, me gusta mucho la asignatura…-Me quedé mirándola un
tiempo, riéndome un poco lo que provocó que pusiera un rostro de
contrariedad.
-No es nada, es solo que a mí
no me gusta nada.
-Eso es raro en un profesor…
-Supongo que sí…
Quería reír estando con ella
pero supongo que no salían las sonrisas por la situación, seguro
que me consideraba el típico profesor pervertido que acosa a las
alumnas con la mirada. No era mi verdadera intención… Aunque ni yo
entendía lo que buscaba con todo esto. Se levantó del sitio
acariciando la portada del libro con suavidad, dio unos pasos
dirigiéndose a la puerta hasta darme la espalda. En esos momentos,
se detuvo y torció su rostro hacia mí.
-Tal vez debería decirte algo
ya que los demás no quieren…-Su tono cambió a uno más siniestro
y oscuro-Haz como si no existiera.
Solo con esas palabras pasó
la puerta y desapareció del lugar. Estaba más preocupado que antes,
podría decir que inquieto, decía tan en serio aquellas palabras que
no podía evitar pensar en ellas una y otra vez: “Haz
como si yo no existiera”.
No me había sido difícil
tratar con mujeres antes, ella tenía algo distinto a las demás. Me
preguntaba qué podría pasarle por la cabeza.
No estaba dispuesto a seguir
en aquel lugar, a través de aquellos cristales en lo alto podía
contemplar el cielo nocturno, negro como el carbón, mostrándose
ante mí. Aquel lugar era siniestro, las luces de los pasillos
provocaban sombras retorcidas en los rincones. Ya me encontraba con
la entrada del instituto cuando una mano pequeña me detuvo por los
hombros. Al darme la vuelta me encontré con una chica alta de pelo
castaño, largo y liso, unos ojos avellanados, la piel blanca,
delgada vistiendo una camisa blanca que destacaba su cintura y su
pecho y una falda corta que lucía sus largas piernas finas.
-Hola, me imagino que usted
debe ser el nuevo profesor de filosofía…-Hablaba como si fuera una
adulta mientras revisaba unos papeles de su fichero-Eso es… Kay
Patrick, un nombre bastante raro ¿no cree?
-Me lo dice mucha gente…-No
quería dar detalles de mi vida a una desconocida como aquella
jovencita-¿Quería algo?
-Sí, mi nombre es Tatiana
Bastos-Cuando escuché el apellido abrí los ojos de par en par, el
instituto en el que me encontraba se llamaba Bardos-Soy la jefa de
Asuntos Privados del instituto Bardos, mi padre me ha encargado de
que le diga que todos los jueves debe venir a su última hora de
clase para tratar ciertos temas conmigo.
-¿Asuntos Privados? Nunca oí
hablar de algo así en un instituto…
-Hemos organizado esto por
ciertas medidas, debo decirle que es un placer trabajar con
usted-Sacaba una sonrisa torcida, sabía que ocultaba algo más de lo
que decía-Es una de las normas fundamentales que haga esto, espero
que lo cumpla.
-Me resulta un poco extraña
¿no deberías de estar en clase?
-¿En clase?-Rió entre
dientes como si hubiera acabado de soltar un chiste-Tarde o temprano
ya descubrirá que mucha gente no sigue las normas como es debido.
Con aquellas palabras ella se
fue hacia las escaleras, estaba seguro de que pude ver sus bragas
blancas con lo ligera y corta que era la falda. No podía entender lo
que pensaban las personas de aquel lugar, por cada momento, más
curiosidad me entraba y mañana era jueves ¡Qué bien!
Se podría decir que volví a
casa sin problemas en coche, con un montón de dudas en mi cabeza, ni
la ducha caliente me ayudaría a despejarme de aquel primer día tan
duro y lleno de oscuridad. Decidí tumbarme en cama mirando al lado
derecho de mi habitación donde se encontraba mi ventana, aún podía
ver unas pocas estrellas entre la contaminación lumínica. Aquel
negro del cielo me recordaba a los ojos de Elisa… Escapé de mi
trance gracias a la vibración de mi móvil, sin pensarlo, acepté la
llamada y lo llevé a mi oreja.
-Hola hermosa-Solté una
pequeña risa, sabía de quién se trataba.
-Cada vez no sé si amarte más
o que me parezcas idiota-La voz de Maya sonó más chismosa y alegre
con su risa jovial-¿Qué tal el primer día, profesor?
-¡No me lo recuerdes!-Hablé
a nivel de voz nivelado y mirando al techo siguiendo las imágenes de
mi mente-No sé ni cómo definir el lugar en el que me encuentro.
-Deberías de haberlo
imaginado cariño, es una pequeña ciudad, hace nada era un pueblo y
aún sigue urbanizándose día a día, algunas personas no tienen una
mentalidad moderna como la tenemos tú y yo.
-¿Por eso son todos tan
siniestros? Era como estar en una de esas películas malas que te
gustan a ti de terror.
-¿Por qué lo dices? ¿Ha
pasado algo?-Ya empezaba a preocuparla y tampoco quería eso, había
sido mi editora y una gran compañera…
-Maya… Cuando llegué allí
todo parecía normal, a excepción de una chica… La verdad es que
era bastante curiosa, me llamó mucho la atención. Tenía la piel
blanca como la nieve, unos ojos negros, cuando los miraba sentía
caer mi alma hacia un abismo; era menuda pero aparentaba tener buen
cuerpo, de pelo largo castaño oscuro, es joven y… Nadie en su
clase le presta atención, ¡ni los profesores! De hecho la jefa de
estudios me dijo que lo mejor era que la dejará a su aire.
-¡Espera un segundo!-El grito
casi reventó mi tímpano-¡¿Me estás diciendo que ya te has ido
fijando en una chica?! ¡¿Y aún por encima una alumna tuya?! Sabía
que esto pasaría-Fingió los sollozos de una niña pequeña.
-No seas tan melodramática…
Ya me llegó con la típica jefa de alguna especie de club pidiéndome
que fuera todos los jueves a hablar de ciertos asuntos.
-¿Es guapa?
-Está muy buena-Estaba seguro
de que debía de seguir cenando porque en aquellos momentos oí como
un vaso de cristal se destrozaba en mil pedazos-Pero relájate, no me
gusta su carácter la verdad… Sin embargo no puedo dejar de pensar
en Elisa… Incluso ella me dijo que debía hacer como si no
existiera.
-Sabía que esto podría
pasar… Realmente esa chica te gusta ¿eh?
-No seas estúpida, nadie
podrá sustituirte-Bromeé un poco con ella.
-Para con esas bromas, si de
verdad tienes curiosidad deberías descubrir qué es lo que pasa en
ese instituto.
-Puede que tengas razón… Lo
que tengo claro es que mañana es jueves y tengo que ir a ver a “doña
buenorra”.
-¿Me estás diciendo que vas
a seguir las normas?
-¿Desde cuándo hago eso,
Maya?
* * * * *
Mi curiosidad por descubrir
que era lo que pasaba en aquel lugar no cedió. El jueves no me
empeñe en acercarme a los Asuntos Privados, cuya sala se encontraba
en el último piso por un pasillo cerca de la sala de música. Al
menos me pasé cerca para comprobar que pasaba y observé que no
sería el único profesor que iría, todos los profesores se reunían
por alguna razón.
Rebusqué en la biblioteca
sobre informes del pueblo y solo encontraba eso: un pueblo con una
gran influencia del Medievo que consiguió modernizarse como todos
los lugares del mundo. Revisé los archivos de los estudiantes, donde
aparecían sus notas de exámenes, faltas e incluso observaciones…
El único informe que no estaba rellenado era el de Elisa Rei,
verdaderamente los profesores hacían como si no existiera. No había
ni datos de la familia.
En cuanto a las clases…
Elisa no se volvió a presentar, siempre quedaba su pupitre vacío,
nadie lo tocaba ni se acercaba. Una de las cosas raras que me sucedió
fue que llegaron unos estudiantes que no solían venir, la clase
estaría llena si la chica llamada Jessica Clayde se sentara en el
pupitre de Elisa ¡Pues no! Tuve que bajar a la sala de profesores
para recoger un pupitre y que ella lo utilizara porque no estaba
dispuesta a sentarse ahí. No parecía mala chica pero aquello ya era
demasiado, me hizo pensar si verdaderamente Elisa sería tan mala.
Una semana entera había
pasado desde aquello. Jueves y el cielo seguía nublado, con fuertes
precipitaciones como de costumbre en aquel pueblo. Las gotas de
lluvia golpeaban con fuerza los cristales del coche, me llevaba con
seguridad por la carretera hasta el parking del instituto. Todos los
estudiantes llevaban sus paraguas protegiéndose de la lluvia, yo no
estaba acostumbrado a eso, me gustaba la lluvia, pensaba que hasta
sentir esa sensación en la piel era agradable.
El lugar no cambiaba nunca,
exceptuando unos proyectos de ciencias que inundaban los pasillos con
sistemas solares hechos con bolas de plastilina o incluso pelotas.
Reconocí a la jefa de estudios, Sara dejando el paraguas en un
paragüero de la entrada y dirigiéndose a mí con un rostro serio.
-Señor Patrick-Detonó mi
apellido mientras me rascaba la barba sabiendo que iba a recibir mi
primera bronca del día-Me han contado que no ha asistido a la
reunión de los Asuntos Privados la semana pasada ¿es eso cierto?
-¿Si le digo que sí me
invitará a un chocolate caliente?-Mostré una sonrisa curvada que
resultó de desagrado para la mujer.
-¿Por qué no un café?
-Nunca me han gustado, son muy
amargos al igual que las reuniones-Frunció el ceño con aquellas
palabras, sabía a dónde me quería dirigir-Verá, sin ofender, no
tengo intención de continuar en este instituto por mucho tiempo,
cuando se me presente la oportunidad me iré; así que no empiecen a
aceptarme como uno de los suyos, yo haré lo que deba como profesor
por ahora.
Estuvo pensativa durante un
rato, se mordía el labio inferior compulsivamente, buscando alguna
manera de persuadirme.
-Le propongo que al menos se
presente a la reunión de este jueves, al menos respete esta regla
hoy y luego siga respetando el resto de las normas al menos.
Asentí. Me libraría de tener
que ir a una pesada reunión… Aunque yo sabía que no podría
respetar el resto de las reglas con tanta facilidad, especialmente si
quería investigar.
Me dispuse a ir a la clase 7
como de costumbre. Pasé por la puerta examinando a cada uno de mis
alumnos: algunos tenían su pareja de pupitre, otros seguían mirando
por el móvil las redes sociales; también estaban unas alumnas que
murmuraban cada vez que me veían y se sonrojaban, sabía lo que
quería decir aquellas expresiones y rojez de mejillas. Yo solo me
fijé en algo que no me esperaba: el único pupitre solitario,
enfrente de mi mesa, lo estaba ocupando Elisa. Iba vestida de negro
como siempre, aquella vez con un pantalón vaquero negro, un jersey
negro con escote de pico y, curiosamente, sus ojos eran de un color
castaño oscuro. Me preguntaba si le gustaba llevar lentillas o no me
había fijado bien en su color de ojos…
Me adelanté dejando mis cosas
sobre la mesa, cogí una tiza y escribí en el encerado algo con lo
que todos se quedaron aterrados: Teorías Evolucionistas. Todos
tenían los ojos abiertos sabiendo que les iba a preguntar sobre la
temática.
-Como bien sabéis,-Comencé
la clase con una postura firme y dirigiéndome a todos-hemos estado
hablando sobre el evolucionismo, las ideas que tenía la Iglesia
sobre la evolución y quienes fueron las personas que dieron origen a
las teorías evolucionistas que cambiarían la historia-Lancé una
sonrisa a cada uno de mis alumnos, fijando el objetivo como un
francotirador, tenía muy claro lo que quería hacer-¿Sabes algo de
esas teorías y quién la realizó?-Señalé a Elisabeth, la chica
rubia que estaba distraída mirándome, se quedó sin palabras-Ya veo
que no…-En siguiente lugar a Cris, un chico que tenía un estilo
emo con su chaqueta de cuero y un flequillo de lado-Supongo que
no-Finalmente me adelanté a mi sitio, posé mi mano sobre el pupitre
de Elisa y fijé mi mirada en ella causando rostros de terror en los
alumnos-¿Y tú no podrías contarnos algo, Elisa?
Ella también se quedó sin
palabras, me agaché un poco para mirarnos cara a cara, su rostro
estaba desencajado, apretó sus manos jugueteando con sus dedos
pulgares, era un signo de que estaba nerviosa. Era mona comportándose
así.
-Tal vez… No debería
preguntarme…-Sonó como un susurro, pero la escuché perfectamente.
No pude evitar soltar una
pequeña sonrisa ante sus palabras y sus reacciones. Escuchaba como
algunos alumnos apretaban sus bolígrafos, anonadados por lo que
estaba haciendo.
-Sin embargo creo que ninguno
de tus compañeros sabe la lección porque prefieren estudiar el
último día para el examen y yo preferiría estar listo…-Me
levanté y ella me seguía con la mirada, revisé su reacción por el
rabillo del ojo como ella había hecho y seguí sonriendo-En el
primer día de clase fuiste la única que comenzó a hacer apuntes de
la lección que os estaba dando, eso es un signo de que te interesa
la asignatura o el tema…-Giré mi cuerpo hacia ella-¿No te
gustaría dar una pequeña lección a tus compañeros?
Le guiñé un ojo y ella solo
agachó la cabeza. Me mantuve en silencio con la espalda recta y
posando mis manos detrás, esperando una respuesta por parte de
aquella chica. Hubo cierto momento en el que pensé que debía
rendirme hasta que su suave voz resonó en la sala, sobretodo dando
una enseñanza como si fuera una presentadora, tenía una voz que te
incitaba a que siguiera hablando. Su voz era una droga:
-Los que dieron origen a las
teorías evolucionistas fueron Lamarck y Darwin…
Relató a la perfección la
respuesta provocando una gran felicidad en mi interior por lo que
había hecho: era la prueba definitiva de que ella no era una mala
chica.
-Creo que todos deberíais
tomar ejemplo de la señorita Rei-Me permití hacerla destacar por
una vez en su vida y darle en las narices a aquellos niñatos.
No hubo nada en especial, solo
seguí explicando las explicaciones del tema y sin quitarle el ojo de
encima a Elisa, era rápida escribiendo apuntes mientras hablaba por
los codos.
Al sonar el timbre todos se
retiraron a la velocidad del rayo quedándonos solo Elisa y yo en la
clase. Ella se acercó a mí abrazando los apuntes hacia su pecho, su
mirada era baja y permaneció así mientras iba recogiendo las cosas.
-¿No te ha gustado la
lección?-Le pregunté con un tono de ironía.
-No es eso…-Se mantuvo en
aquella posición hasta que elevó los ojos hacia mí,
inexpresiva-¿Por qué lo ha hecho? Le dije que debía hacer como si
yo no existiera y seguro que muchos le han dicho que lo haga así…
-Hay un problema conmigo,
señorita Elisa-Acerqué mi rostro hacia ella con una sonrisa-Yo
nunca respeto las reglas.
Giró la cabeza hacia otro
lado y yo agarré su mano abrazando los apuntes, eso la devolvió a
la realidad de golpe… Estaba fría como el hielo, pero no me
importaba, quizás era por eso por lo que solía llevar aquellos
guantes…
-No eres una mala chica, no
entiendo porque todos quieren ignorarte, pero yo especialmente no
quiero-Saqué la ficha donde estaba su informe y apunté un punto por
haber respondido correctamente-Y yo voy a ser el primero en
escucharte si tienes un problema.
Sus ojos brillaban más de lo
normal, quería mantenerse en esa posición firme, sin mostrar ningún
tipo de emoción.
-Hay cosas que es mejor que se
queden como están…-Murmuró, como si fuera para ella misma.
-Y hay veces en las que es
mejor pensar en lo que es mejor para ti.
Me despedí de ella y procedí
a avanzar hacia el piso superior donde me esperaba la reunión con la
“secta” del instituto. Sara ya me estaba esperando a la puerta,
ofreciéndome pasar. Allí me encontré a todos los profesores
sentados en una larga mesa ovalada en aquella sala completamente
medio oscuro de no ser por unas velas colocadas en el centro de la
mesa. Sara se sentó en la punta de la mesa mientras yo en la otra,
todos me miraban con curiosidad, esperando algo de mí.
-Hoy vamos a tener una sesión
de té muy especial-Me explicó Sara con una sonrisa calmada.
-¿Té?-Llevé las manos
encima de la mesa a la vez que preguntaba-Eso no es muy normal en un
pueblecito europeo ¿no cree?
-En este caso, nuestros
antepasados venían de la vieja Inglaterra, para nosotros el té es
sagrado, aunque en esta ocasión tenemos algo especial.
Esperé en aquella sala cuando
escuché unos pasos acercándose entre las sombras: una figura alta,
vestía un kimono rosa, llevaba el pelo recogido en un moño y
dejando unos mechones de pelo sueltos a los lados, caminaba con unas
sandalias y llevaba en la mano derecha una bandeja con una tetera y
unos vasos que fue colocando a cada persona presente, sirviendo el
té. La reconocí enseguida: era Tatiana.
Mi té tenía un color rosado,
por un momento me pregunté si sería fiable, el humo de los vasos
inundaba el aire con su aroma. Tomé un pequeño sorbo junto a los
demás y llené mi boca con un dulce sabor a fresas, quería
continuar bebiendo hasta que me fije en los restos del té que daban
vueltas constantes, lanzando un humo negro desde mi taza. Los
presentes se quedaron observándome aterrorizados, Tatiana se acercó
hacia mí tocando el humo con los dedos, era como contemplar una
danza en el aire… Lo que me llamó la atención era que se formaba
una extraña figura en el aire gracias al humo. Tatiana se alejó
mostrándome su peor cara.
-Esto sí que es
inesperado…-Murmuró.
-¿Qué quiere decir?-Pregunté
curioso ante las reacciones.
-Este té permite contemplar
la visión del futuro de las personas y… Tienes un futuro muy negro
esperándote…
Mis ojos dieron vueltas por
toda la habitación, no podía creer lo que estaba viendo, creían en
unas simples patrañas como aquellas, definitivamente eran personas
que vivían en el pasado. Me levanté abandonando la sala, no quería
formar parte de aquel grupo nunca más y eso que me gustaba
relacionarme con las personas, pero todos aquellos profesores me
ponían los pelos de punta.
Salía dirigiéndome hacia mi
coche para olvidar el día que había tenido cuando me encontré con
un alboroto a la salida: Elisa estaba rodeada por un grupo de chicas,
entre ellas estaban Jessica, Laura y Luisa; estudiantes de mi clase.
Estaban destrozando su ropa con un cuchillo, le habían llegado a
causar sangre con algunos cortes. Corrí hacia ella todo lo rápido
que pude por instinto, tiré mi maletín y me coloqué delante
recibiendo un corte en la mano por parte de Laura, la joven de pelo
negro y piel morena del grupo con el collar de una cruz cristiana.
-¡Profesor!-Jessica me
reconoció al instante.
-¡¿Qué creéis que estáis
haciendo?!-Arranqué el cuchillo de sus manos y me encargué de
abrazar a Elisa que temblaba-¡¿Habéis perdido la cabeza?!
-Señor por favor, solo
estábamos haciendo lo correcto…-Luisa acariciaba su pelo rubio
corto, intimidada por mi mirada rabiosa.
-¡¿Lo correcto?! ¡Podríais
haberla matado!
-Profesor…-Fue Jessica la
que se acercó a mí y soltó aquellas palabras que no pude
olvidar-Es mejor encargarse de cosas que no deberían estar aquí…
-¡Hacéis como si fuera
invisible! ¡Y ahora le hacéis esto! ¡Tal vez sois vosotras las que
tendríais que desaparecer!-No reconocía toda la furia que tenía en
mi cuerpo, recogí mis cosas tiradas mientras sostenía a Elisa.
-Señor…-Continuó
Jessica-Es una buena persona, por favor, no queremos que le pase
nada.
-Yo estaré bien.
Alejé a Elisa de aquellas
chicas que se iban por su propio camino, la acicalé un poco y
desinfecté la herida con un poco de mi saliva, no parecía
resultarle asqueroso al menos. En mi cabeza me seguía preguntando
qué podían estar pensando para hacer algo tan cruel hacia un ser
humano.
-Elisa…-Nuestras miradas se
encontraron cerca, casi sentía su respiración cerca de mi piel-¿Te
encuentras bien? ¿Por qué te han hecho esto?
-Se supone que es la
regla…-Elevé una ceja dubitativa-Una de las reglas es que si se me
presta atención en clase debo ser castigada.
-¿Están locos? ¿Solo por la
lección de hoy?-Una mezcla de remordimientos y culpa me perseguía
por la espalda, si no hubiera dicho nada probablemente…
-Es nuevo… Siempre suele
pasar con los nuevos profesores…-La miré fijamente con las cuencas
de los ojos abiertas de sorpresa-Pronto te darás cuenta de todo y te
alejarás de mí, otros ya se han acercado haciéndome preguntas:
“¿Estás bien?”, “¿Por qué te tratan así?”… Hasta que
un día se olvidan porque ya saben que soy peligrosa…
-¿Peligrosa…?
-Tú también lo harás…
Todos lo haréis…-Bajó la mirada hasta cerrar los ojos-Al final
será lo mejor…
-¿Y cómo lo sabes?-La agarré
de la mano mientras me desangraba-Yo no soy como ellos, Elisa, no te
pienso abandonar-Abrió los ojos mostrándome su hermoso tono
castaño-No creo que seas peligroso, quiero saber lo que pasa, eso es
cierto; pero no me parece correcto consentir el sufrimiento de
alguien por simples razones-Llevé mis ojos a la sangre que brotaba
de mi mano y le sonreí como solía hacer-Considéralo como una
promesa de sangre.
Por primera vez pude denotar
un sonrojo en las mejillas de Elisa, quedaba adorable con la piel tan
blanca que tenía. Ella sujetó mi mano y utilizó uno de los pedazos
de su jersey para tapar la hemorragia… Sus manos eran tan suaves
que me entraban escalofríos cada vez que me tocaba. Antes de
dirigirme al coche ella me soltó unas últimas palabras que nunca
pude olvidar:
-Espero… Que estés seguro
de lo que acabas de decidir.
Avancé con el coche hasta la
salida del parking, durante el paso, un camión de mercancías estuvo
a punto de atropellarme, por suerte eché el freno antes. Menudos
insensatos. Aún sentía la mirada de Elisa fijándose en mí cuando
ocurrió aquel incidente, su rostro cambió a uno distinto, llevando
la mano a su pecho.
Hasta la noche, todo siguió
con normalidad, preparé unos sándwiches y salté en la cama de
alegría para descansar. Como
solía hacer últimamente, Maya me llamaba para enterarse de las
últimas noticias. La
puse al día de todas las cosas que sucedieron…
-¡Sabía que te gustaba! ¡Es
que lo sabía!-Gritó histérica por el móvil.
-No te emociones tanto, solo
me pareció adorable nada más y a esa gente no sé qué le pasa
últimamente…-Me llevé la mano a la cara tratando de pensar cuando
me encontré con el vendaje de urgencia.
-Sabía que la gente de esa
clase tenía unas ideas muy distintas pero no me esperaba que tanto,
o hay una explicación razonable o ya no sé qué pensar…
-Yo tampoco…
Nuestra conversación no duró
mucho tiempo, tenía ganas de ver cómo seguirían las cosas e
investigar a fondo el resto de los días. Sabía que aquella chica
ocultaba algo desde el inicio de todo, pero aparte de aquello… No
podía dejar de pensarlo mientras veía el vendaje: esa chica era
verdaderamente hermosa.